lunes, 10 de mayo de 2010

Surrealismo arquitectónico


Desde siempre me ha gustado perderme por las calles de Barcelona buscando lugares insólitos, curiosos o pintorescos. Es algo genial elegir un día soleado un punto al azar de la ciudad y recorrer sus calles pero no visitando los lugares emblemáticos o más representativos de la zona en cuestión sino simplemente deambulando pausadamente sin saber con que nos vamos a encontrar a la vuelta de la esquina.

Tal vez te puedes topar con una tienda que parece que no ha cambiado en todos sus años de existencia, una fuente con una escultura que encierra una historia desconocida, un café recóndito y silencioso donde resguardarte en un día de lluvia o un parque fantasmal. Todo tiene cabida en esta gran urbe llena de rincones todavía por explorar.

Por eso cuando descubrí “La Barcelona lletja” (La Barcelona fea) un estupendo libro escrito por Lluís Permanyer inmediatamente supe que me esperaban horas de lectura apasionante. Se trata de un libro que, a diferencia de otros muchos que solo muestran la parte bonita de Barcelona, muestra algunos de los desmanes arquitectónicos que se han realizado a lo largo de los años con el beneplácito de las autoridades gubernamentales en la Ciudad Condal .

Edificios que parece que hayan salido de una pesadilla de Wes Craven, chapuzas urbanísticas, lugares que desafían a la racionalidad y al buen gusto y, en definitiva, multitud de sitios que merece la pena visitar para asegurarse de que existen realmente y no son producto de nuestra imaginación.

Un libro muy ameno en el que Lluís Permanyer muestra un gran sentido del humor en los textos que acompañan a las fotografías y gracias al que descubrimos lugares que jamás hubiéramos imaginado que existían en nuestra propia ciudad.

De modo que a partir de ahora pasear por Barcelona además de ser una actividad gratificante también puede ser algo muy divertido.

4 comentarios:

  1. Mmmm, parece interesante, yo también voy fijándome en los desastres arquitectónicos. Mi favorito como el de muchos es el tristemente célebre Walden en Sant Just, pero hay tantos...

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  2. Pues sí parece realmente interesante este libro.
    A mi me gustaba mucho una pastelería que había muy cerca del Paral·lel casi tocando con la ronda de Sant Pau, por donde está la cervecería Moritz y la horchatería Sirvent...vamos, cerca de la iglesia de Sant Pau del Camp...la lástima es que ahora es un bar, aunque han conservado parte de su decoración.
    También eran interesantísimas algunas de las tiendas que había por Gran de Gràcia hasta no hace mucho. Eran tiendas de grandes almacenes, un tipo de negocio que hoy en día ya no se lleva. Había una muy alucinante con una decoración imposible de encontrar hoy por hoy en Barna. Tenía el suelo totalmente levantado por la humedad, estaba todo, todo torcido, pero la decoración de sus estanterías era impagable. La regentaban dos abuelitos. Hoy en día es una tienda anodina y vulgar como tantas.

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  3. Dr. Quatermass, sí desde luego que hay muchos desastres arquitectónicos como bien dices, que a veces no se entiende, o prefieres no entender, como pudieron pasar de ser un mero proyecto a acabar construyéndose. Aún así gracias a estos desmanes la arqueología urbana puede depararnos muchas sorpresas. :-)

    Waverly recuerdo la pastelería de la Ronda de San Pau que comentas y es una lastima ver en lo que se ha convertido.
    La tienda que dices de Mayor de Gracia ¿no sería una que estaba al principio de la calle a mano izquierda? Es que yo recuerdo que allí había una con un pasillo enorme y escaparates a los lados hasta que llegabas a la puerta de entrada del comercio que parecía salida de la Dimensión Desconocida.
    Vendían de todo, desde textil y productos de ferretería a juguetes y artículos de broma y tenían maniquís por lo menos de los años 30. Era una tienda que parecía que estaba dentro de una burbuja espacio-temporal. Supongo que los dueños acabarían jubilándose y el barrio de Gracia perdió una de sus tiendas con mayor encanto.

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  4. Yo recuerdo dos o tres tiendas de estas que tú llamas de "burbuja espacio-temporal", y todas estaban efectivamente subiendo a mano izquierda.Recuerdo la de los maniquíes. La pena es que no solía deambular mucho por Gran de Gràcia y siempre pensaba en ir un día allá expresamente para mirarme las tiendas con más detalle, incluso en la que yo comentaba se me había ocurrido la posibilidad de entrar y preguntar si podía observarla con más detalle, pero es de aquellas cosas que el tiempo va pasando y estas oportunidades no te esperan, porque como ya me podía imaginar todas acabaron cerrando.

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