miércoles, 30 de junio de 2010

El orfanato


Otra de mis aficiones es visitar lugares abandonados que tengan una historia detrás.
Como por ejemplo este orfanato o casa de beneficencia que fue abandonado a finales de los años 70.

Desde entonces sus aulas vacías, su salón de actos oscuro y abandonado y sus ventanas rotas por las que, de cuando en cuando, pasan ráfagas de aire que hacen que alguna que otra puerta se cierre de golpe, esperan la llegada de algún visitante ocasional dispuesto a dejarse sumergir por esa atmósfera mágica e inquietante que nos transporta a tiempos pasados.

Justo cuando habíamos entrado en el edificio en el que antiguamente vivían los maestros la cámara dejó de funcionar, aunque no fue por ningún motivo paranormal, simplemente, por falta de previsión, se acabó la batería. Sin embargo, pudimos hacer algunas fotos antes de que esto ocurriera.

Espero poder volver algún día y esta vez poder fotografiar todos los rincones de este lugar lleno de historia.


Preparados para entrar en las aulas del antiguo orfanato.


La pizarra y sus inscripciones ¿Qué entenderán al leerlas los arqueólogos del siglo XXI?


Por culpa de muestras de vandalismo como esta, nunca se deben revelar las ubicaciones de los lugares abandonados.


Interior de una de las dependencias cubierto completamente por la vegetación.


Lavabos completamente destrozados.



El orfanato también ha recibido la visita de graffiteros y artistas en ciernes que dejaron estos siniestros, pero a la vez interesantes, dibujos en sus paredes.



El orfanato también contaba con una piscina para los momentos de ocio de quienes vivieron en este lugar.


Un muñeco que nos encontramos colgado de una pared y que parece mirarnos divertido.


A medida que avanzábamos, la vegetación cubría cada vez más los edificios.


Si este pupitre pudiera hablar ¡Cuántas cosas nos contaría!


El edificio donde vivían los profesores disponía incluso de mueble bar, aunque probablemente este accesorio fuera traído por alguno de los ocupas que habitaron el edificio en los años posteriores a su abandono.

domingo, 20 de junio de 2010

El país de nunca jamás en el Baix Camp


Muchas veces tenemos casi a la vuelta de casa rincones insólitos pero poco conocidos en los que vale la pena perderse una tarde.

Este es el caso del parque Samà, un peculiar parque construido en 1882 por Josep Fontserè, quien también construyó el parque de la Ciudadela en Barcelona, y que se encuentra en la carretera que va de Cambrils a Montbrió.

Este parque fue construido por encargo del Salvador Samà, marques de Marianao alrededor de su señorial mansión, hoy en día deshabitada, y es digno de verse ya que no es un parque al uso.

Además de contar con unos jardines llenos de plantas exóticas que se trajeron de diversas partes del mundo para recrear el ambiente colonial que el marques había vivido en Cuba donde hizo su fortuna, el parque contaba con un zoo privado (hoy ya desaparecido y del que sólo se mantiene la antigua caseta de los loros), una torre mirador desde la que se puede obtener una vista espectacular de la zona, así como del propio parque, un gran lago en el centro del parque con una glorieta a la que se puede acceder cruzando unos espectaculares puentes de madera, grutas artificiales, fuentes con curiosos diseños, una cueva conocida como la cueva del pirata, una cascada que da origen a un río que recorre el parque y una pequeña colección de aves entre las que destacan los pavos reales que se pasean desafiantes por todos los rincones del parque.

La majestuosa torre - mirador es lo primero que se ve al llegar al parque.

La mansión del marques de Marianao vista desde lo alto de la torre.

Aparte del aire decadente que tiene todo el conjunto, lo que más me fascinó fue la posibilidad de pasear por aquel parque lleno de vegetación exótica con una tranquilidad y un silencio como no he visto en ningún otro parque y sin apenas cruzarme con nadie durante mucho tiempo. Era como estar en un lugar mágico en el que se hubiera detenido momentáneamente el tiempo y donde poder olvidarte por completo del ajetreo de la ciudad.

La cascada que provee de agua a todo el lago y que procede de una mina subterránea.

Interior de la gruta que hay bajo la cascada.


Si mientras recorría los silenciosos senderos del parque me hubiera encontrado con alguien con ropas del siglo XIX creo que no me hubiera sorprendido en absoluto.

Fuente de las conchas.

Puente de madera que da acceso a la isla.

Salto de agua.

Puente sobre el canal que recorre el parque.


El hecho de que el parque no se encuentre dentro de ninguna población sino en pleno campo le da ese aire de paz y tranquilidad o quizá coincidió que el día que fui no era masivamente visitado por un autocar de turistas japoneses.


Mirador y glorieta en el estanque central.

Detalle del estanque que preside el parque Samà.

Interior de la cueva del pirata, al fondo parece divisarse una cara, aunque obviamente no es más que un ejemplo de percepción constructiva... aunque no sé yo, el parque tenía un aspecto tan fantasmagórico que solo le faltaba un poco de neblina para acabar de rematar tan esplendido espectáculo visual.


En definitiva que si queréis pasear por un lugar tranquilo y a la vez peculiar sin duda una visita al parque Samà os hará trasladaros con un poco de imaginación a las tierras que en su día imaginó James Matthew Barry.

martes, 8 de junio de 2010

Pompas y circunstancias

A veces algunos de nuestros sueños se desvanecen como pompas de jabón, es verdad, pero también hacer pompas de jabón es bonito.

J. R. Torkelson

The Happy Losers – My dreams go down in bubbles




Sí, quizá esta reflexión sea una versión más elaborada del dicho “Quien no se consuela es porque no quiere” o sea el “Quien no se consuela es porque no quiere - Versión 5.0” pero es también una forma de presentar este gran tema de los Happy Losers, uno de los mejores grupos españoles de esta década que a pesar de grabar varios discos no consiguieron el reconocimiento que merecían.

Cuando los Happy Losers tocaron en el Sidecar hace unos años para presentar su tercer álbum, me enteré de casualidad, así que después de recomendarle encarecidamente el grupo a un amigo, conseguí convencerlo y fuimos a verlos.
Recuerdo que el local lamentablemente estaba semivacio y el público, a pesar del apoyo de algunos seguidores del grupo que habían venido desde Madrid para verlos, tampoco contribuía a dar calidez al ambiente.

Tras la actuación de los Happy Losers mi amigo no pareció muy impresionado, aunque a mi el concierto me pareció genial.

El hecho de que a mi amigo, que tenia gustos musicales muy similares a mi, el grupo no le hubiera parecido nada del otro mundo me dio que pensar. ¿Si los Happy Losers hubieran sido un grupo mediático se hubiera mostrado entusiasmado? ¿Es posible que los grupos que aparecen profusamente en radio, prensa y televisión aunque sean mediocres sean percibidos de un modo diferente por el publico en general?

Es difícil responder a estas preguntas ya que en los gustos personales de cada uno de nosotros pueden influir muchas variables pero a veces el hecho de ver grupos y cantantes realmente buenos que no consiguen salir de su ostracismo a pesar de su talento me hace pensar que hoy en día para triunfar en la música además de talento se necesita una buena publicidad o quizá mejor, viendo las actuales listas de éxitos, lo único realmente importante es tener una buena publicidad y lo demás es accesorio.

Si luego resulta que el grupo o cantante son buenos pues mucho mejor pero vamos que no es lo primero que tienen en mente las compañías discográficas ni la mayoría de la gente.

El último disco de los Happy Losers, publicado en el año 2003, se tituló “Bubbles” y fue una especie de álbum conceptual en el que el grupo dejaba como testamento en forma de pentagrama su tristeza por no haber podido alcanzar la fama que merecían.

La mayoría de sus letras, a diferencia de sus discos anteriores, eran mas serias y solemnes pero todavía dejaban espacio para temas alegres y desenfadados, repletos de armonías vocales, como este “My dreams go down in bubbles”.

Como decía la cita que aparece al principio de esta entrada, hacer pompas de jabón o cualquier otra actividad en la que nos veamos inmersos como, por ejemplo, componer canciones, es algo bonito. Sin embargo, como en todo proceso creativo, habrá quien obtenga mejores o peores resultados, pero solo unos pocos pueden crear pompas de jabón o canciones perfectas.

Los Happy Losers demostraron en ese aspecto su maestría y aunque sus canciones no trascendieran al gran público siempre serán recordadas como excelentes trabajos de orfebrería pop.

jueves, 3 de junio de 2010

Cines olvidados

Los cines ejercen una especial fascinación sobre muchos de nosotros ya que entre las cuatro paredes de un modesto cine se han forjado a lo largo de los años miles de sonrisas, de sueños, de ilusiones fugaces, de emociones y miedos contenidos, en función de la película que estaba en cartelera esa semana.

A finales de los años 70 con la proliferación cada vez mayor de televisiones en color en todos los hogares, y posteriormente con la llegada del video y su implantación masiva a mediados de los 80, los cines de Barcelona, y especialmente los cines de barrio con sus maravillosos programas dobles en sesión continua, cada vez lo tenían mas difícil para cuadrar los números a final de mes ya que las salas se iban quedando progresivamente vacías.

Muchos tuvieron que cerrar, algunos prolongaron su agonía hasta la década de 1990 y otros terminaron reconvirtiéndose en multisalas donde la imagen de las butacas vacías era más tolerable al reducirse considerablemente el tamaño de las plateas.

A continuación os mostraré algunos de aquellos cines míticos para mí que el paso del tiempo ha borrado de la faz de la tierra o ha reconvertido para otros usos manteniendo todavía algo de su aspecto exterior.

Es curioso porque mientras recorría Barcelona visitando aquellos lugares que una vez estuvieron repletos de carteles, colorido y enormes colas de gente aguardando pacientemente a entrar para evadirse durante unas horas viendo las dos películas reglamentarias que solían exhibir aquellos cines, pude constatar que algunas de las personas que vivían justo al lado de estos edificios desconocían ahora que años atrás hubiera existido allí algún cine.

Cine Meridiana

Un cine que en el momento en el que abrió sus puertas en 1929 fue uno de los cines más grandes y espectaculares de Barcelona. Tras los cambios que sufrió la Avenida Meridiana en los años 60 el cine empezó a dejar de ser un negocio y finalmente se vio obligado a cerrar en marzo de 1971.

Hoy en día en el lugar donde se encontraba el cine Meridiana se levanta un nuevo edificio con parking privado que pasa completamente desapercibido entre el resto de edificaciones de la zona.


Cine Martinense
Este cine, al igual que el cine Merdiana, ya lo conocí cerrado, calculo que debió cerrar alrededor de 1974, aunque he visto que en algunos sitios indican que cerró en 1984 pero debe tratarse de algún error tipográfico ya que en 1976 ya estaba cerrado.

Recuerdo que estuvo en estado de abandono durante muchísimo tiempo, pasaba por el lado y me quedaba mirando fascinado aquel edificio vacío y sin vida. Tras la persiana metálica, colocada delante de la puerta entreabierta de acceso al local, se podía ver un techo desvencijado y con diversos agujeros, vidrios rotos y los restos polvorientos de lo que había sido aquel cine en el que todavía se encontraban por el suelo del vestíbulo, entre multitud de escombros, octavillas anunciando la última sesión de películas que allí se proyectaron.

Hoy en día casi todas las casas que se encontraban en la acera donde estaba el cine Martinense han sido derribadas y en el lugar donde estaba este cine se levanta un edificio de dos plantas que, a pesar de su relativamente reciente construcción, ya muestra señales de deterioro en sus balcones.


Cine Emporium

El Emporium se inauguró en 1927 y en los años 70 era un cine de programa doble que tenía un aspecto un tanto desvencijado pero a la vez totalmente encantador. Con una estética muy similar a la del cine Texas de Gracia, en el Emporium también se solían proyectar muchas películas de acción o como llamaríamos ahora “palomiteras”.

Tuvo que cerrar en el año 1984, un año en el que muchos otros cines de barrio de Barcelona se vieron obligados a bajar la persiana.


Cine Levante

Este cine, que inició sus proyecciones en 1958, se encontraba en la Verneda y en los años 70 era un cine un poco de alto riesgo. Era un cine de grandes dimensiones, con más de 2.000 localidades y con un aspecto impresionante.

Recuerdo una vez que en plena sesión se encendieron las luces de golpe, se paró la proyección y todos los que nos encontrábamos en la platea pudimos ver como en el gallinero, es decir, en la parte de arriba del cine, se iniciaba una pelea entre dos espectadores, de la que no recuerdo el motivo que la originó, mas espectacular que la que podríamos ver en cualquier película de Chuck Norris.

En 1979 el cine cerró definitivamente ya que cada vez la afluencia de público era menor. Hoy en día el cine Levante se ha reconvertido en un bingo y el barrio donde se encuentra se ha convertido en una deliciosa zona llena de parques y zonas verdes.


Cine Ducal

Situado en una calle tranquila y silenciosa con varias hileras de casas bajas que le dan un encantador aspecto de calle de pueblo, parece increíble que a pocos metros de allí se encuentre la Avenida Meridiana con toda la vorágine de ruidos y velocidad por la que es conocida dicha vía en la que no dejan de pasar coches las 24 horas del día.

El cine Ducal hizo su aparición a mediados de los años 50 y durante varias décadas fue un modélico cine de barrio como tantos otros que había en esa zona. También ante las nuevas propuestas de ocio doméstico que proliferaron en los años 80 se vio obligado a cerrar en 1984 y se reconvirtió en una sala X con tan poco éxito que al año tuvo que cerrar de nuevo sus puertas.

Tras su derribo se ha construido un nuevo edificio que destaca sobre el resto de casas de aspecto rural que hay en esa misma calle.


Cine Versalles

El Versalles se inauguró, al igual que el cine Emporium, en 1927 ya que ambos pertenecían al mismo empresario. En los años 70 era un cine de estreno en el que básicamente se proyectaban películas de Walt Disney, así que no lo frecuenté mucho a pesar de estar situado en un marco arquitectónico de singular belleza (y no, no me refiero a que estaba cerca de la Sagrada Familia, que también, sino a que estaba a pocos metros de la fábrica de cervezas Damm, aunque yo siempre he sido más de Moritz. :-D)

En 1986 cerró definitivamente sus puertas y poco después fue reconvertido en una discoteca lo que hizo que la zona circundante cuando volvías de noche a casa a altas horas de la madrugada fuera algo muy parecido a pasear por el Bronx.

Tras las protestas vecinales la discoteca cerró, se derribó el edificio y se construyo otro nuevo que ahora es una residencia de ancianos.

Sorprende que un lugar que en los años 90 fue famoso por el ruido y las broncas que se montaban en sus alrededores entre los jóvenes que frecuentaban aquella discoteca sea ahora una apacible residencia de ancianos en la que reina la paz y el silencio más profundos.


Cine Rivoli

Situado al otro lado de la Avenida Meridiana, y muy cerca del Ducal, el cine Rivoli que se inauguró en 1969 es el cine en el que mas tardes y noches pasé durante mi adolescencia. Fue uno de los cines que más aguantó la crisis del cierre de salas en los años 80 y pasó de ser un cine de reestreno a ser un cine de estreno, pero ni aun así pudo hacer nada ante la cada vez menor afluencia a su platea que era enorme para ser un cine de barrio.

Recuerdo que asistí a la última sesión que se hizo en este cine en 1995, aunque no por la película que se proyectaba sino por razones nostálgicas. La película en cuestión era Judge Dreed de Sylvester Stallone basada en el personaje de comic del mismo nombre. Al terminar la proyección recuerdo que mi hermano y yo fuimos los últimos en salir de la sala y la última mirada que di a aquel cine que me había proporcionado tantos momentos de evasión y que ahora ya dejaba de existir.

Años después, en un giro absolutamente surrealista, una iglesia Evangélica alquiló el local que luego volvió a quedar vacío. Posteriormente se tapiarían los accesos al local y actualmente el cine Rivoli sigue todavía durmiendo el sueño de los justos tras sus muros tapiados en espera de que en algún momento algún osado empresario decida reconvertirlo en el gran cine que siempre fue.