viernes, 31 de diciembre de 2010

Baterías antiaéreas del Carmelo

La guerra civil desgarró nuestro país en 1936 al dividirlo en dos bandos con posturas irreconciliables y aunque terminó en 1939 todavía los ciudadanos de a pie seguimos teniendo secuelas de aquel terrible conflicto bélico que enfrentó a las dos Españas, muchas veces agravadas por políticos irresponsables que siguen provocando enfrentamientos ideológicos en lugar de buscar soluciones económicas, sociales y laborales para problemas más acuciantes en estos momentos de crisis.

En lo alto del Turó de la Rovira en el barrio del Carmelo se construyó en junio de 1937 una serie de baterías antiaéreas para defender Barcelona de los ataques de los aviones del bando nacional que bombardeaban con sus rápidas incursiones la ciudad condal.

La batería contaba con varios cañones Vickers de 105 milímetros fabricados en Gran Bretaña en 1923 y cuyos disparos podían alcanzar distancias de entre 7 y 13 kilómetros.

Tras la guerra el lugar quedó abandonado y sus bunkers e instalaciones fueron aprovechados por los inmigrantes que utilizaron aquellos muros desolados como precarias viviendas. Con el tiempo y las sucesivas oleadas de inmigración se fueron construyendo más barracas alrededor de las baterías hasta que en los años 80 sus habitantes fueron realojados por el ayuntamiento a viviendas mas dignas y el lugar fue lentamente invadido por los escombros y la maleza.

Todavía hoy se pueden ver junto a los restos de las baterías fragmentos de paredes o suelos embaldosados que recuerdan que años atrás en aquel lugar inhóspito vivieron familias enteras a las que las instituciones de aquellos años abandonaron a su suerte por el mero hecho de ser pobres.

En la actualidad las baterías del Turó de la Rovira están siendo rehabilitadas por el ayuntamiento y el museo de historia de Barcelona para convertir ese espacio en un testimonio que mediante placas y rotulos descriptivos explique a las nuevas generaciones cómo fue aquella terrible guerra que asoló nuestro país hace ya tantos años y evitar que no se vuelva a repetir algo similar nunca más.




En este lugar estuvo destinado el escritor Joan Perucho para realizar labores de vigilancia cuando solo contaba con 17 años de edad.
















































Pasadizos oscuros cubiertos actualmente de basura en espera de ser acondicionados por el Ayuntamiento de Barcelona.











El lugar tiene unas vistas imponentes de la ciudad de Barcelona a 261 metros sobre el nivel del mar.



A pesar de su pasado bélico la paz que actualmente se respira en este lugar y la suave brisa mediterranea lo convierten en el lugar ideal para llevar a tu pareja a contemplar una espectacular puesta de sol con Barcelona como telón de fondo.



Esa interminable calle que parece un río de lava debido al juego de luces que provocan los coches y la iluminación urbana corresponde probablemente a la calle Marina o a una de sus calles adyacentes.



Entrada a uno de los bunkers.









En algunas zonas todavia se pueden ver restos de baldosas y azulejos que recuerdan que hasta la década de los 80 la zona estuvo ocupada por diversas barracas.































5 comentarios:

  1. Hubiera sido bonito poder acceder a los tuneles

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  2. Me encantan tus reportajes de sitios abandonados y en ruinas. Este, al estar hechas casi todas las fotos al aire libre y por el colorido de los grafitis, resulta menos inquietante que otros de los anteriores.

    Un abrazo de tu fans que te quiere.

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  3. Qué bonitas son las vistas sobre la ciudad...Por ellas bien merece el lugar una visita.
    Y...muy bueno por informar finamente sobre un picadero,jajaja...

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  4. Alguien sabe la ubicacion exacta en el google maps? o como llegar? merci

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  5. Yo, naci y vivi en uno de esos bunkers antiaereos(1967 -1978) la calle se llamaba mariano la vernia. Tambien hera conocido como los canones. Fui al colegio tramuntana donde estuve en el encierro que hubo y donde los grises (maderos de aquella epoca) nos sacaron a punta de metralletas. .me da pena lo que los ninatos grafiteros han hechp en los bunked. Un daludo

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